En ocasiones no somos capaces de ver aquellos puntos que hacen que no sepamos avanzar en nuestros objetivos empresariales. Nos cegamos en intentar producir más, vender más, facturar más. Pero quizá nuestra empresa no necesite aumentar la productividad, sino mejorar para sacar más beneficio de lo que vendemos. 

 

4 consejos para aumentar la eficiencia en una empresa

#1 · Lo primero es el trabajador

Innovar no es sólo adquirir nuevas tecnologías, sino empezar a pensar en esos pequeños detalles que podemos mejorar en nuestra empresa, y en especial en relación a los trabajadores. Y es que, no lo olviden, un trabajador contento con su puesto de trabajo puede suponer una gran diferencia, incluso en los beneficios que obtiene su empresa. Imagine una pequeña tapicería en la que nuestros tres tapiceros trabajan agachados porque sus bancos de trabajo son demasiado bajos. Cada cierto tiempo, uno de estos trabajadores ha de coger la baja por problemas de espalda, lumbalgias, etc. 

¿Por qué no comenzamos por mejorar desde dentro para poder ofrecer nuestro mejor servicio? Adquirir unos bancos regulables en altura, con los que los tapiceros puedan subir y bajar los sofás con un mando dependiendo del trabajo que tengan que hacer, supondrá un cambio drástico para la calidad de su día a día en el trabajo. Esto no es invertir gran cantidad de dinero en las últimas tecnologías, sino invertir en la futura salud laboral de los trabajadores y, por tanto, en el futuro de nuestro negocio.

Además, mejorar las condiciones de trabajo revertirá en la motivación de nuestros empleados y, por tanto, en su nivel de integración, compromiso y productividad. 

#2 · Fuera desperdicios. Vamos a pensar en clave lean

Debemos proyectar nuestra empresa hacia el futuro y pensar en cuál puede ser la mejor forma de gestionar los recursos que ya tenemos, intentando cambiar nuestra forma de pensar y estando más abiertos ante los cambios. Seguramente, la mejor forma de mejorar nuestra empresa sea comenzar a pensar en la metodología lean manufacturing, que se centra en optimizar la producción mirando hacia dentro. Esto quiere decir empezar mejorando nuestros procesos internos, eliminando o reduciendo todo lo que produce un desperdicio de recursos.

Aunque no seamos expertos en lean manufacturing, siempre podemos intentar pensar en todo aquello que no añade ningún valor a nuestra producción, en todos esos procesos que día a día se repiten de forma mecánica en nuestra empresa simplemente porque «siempre se ha hecho así«. Seguro que sólo pensando un poco podemos identificar procesos repetitivos que podrían optimizarse. Eliminemos todos estos procesos redundantes o innecesarios, e intentemos seguir una línea de mejora continua.

#3 · Pensemos en el cliente

Si antes hablábamos sobre cómo sacar mayor partido a los recursos a nivel interno para mejorar la productividad, no debemos de olvidarnos de pensar en el valor percibido por el cliente. Y es que, ¿cómo podemos añadir un valor que nuestro cliente pueda percibir en lo que ofrecemos? Pues para empezar, debemos intentar mirar a través de sus ojos. El cliente, como es natural, siempre va a preferir lo conocido ante lo desconocido, aquello que no le haga esperar, y lo más simple frente a lo complicado.

No siempre necesitamos ofrecer lo más de lo más. A veces lo que más valorará nuestro cliente será que estemos realmente interesados en él, que intentemos resolver su problema rápidamente, que tengamos un trato más cercano o, simplemente, que la forma de comprar nuestro producto sea lo más sencilla posible

#4 · El que mucho abarca poco aprieta

A veces caemos en el error de querer ofrecerlo todo. Sigamos con el ejemplo anterior de la tapicería. Imagine que tenemos un catálogo con 150 modelos distintos de sofá. Desde el departamento comercial se venden pocas cantidades de los mismos modelos, y los clientes piden cada vez precios más ajustados. Nuestros tres tapiceros se hacen cruces porque cada modelo que les llega para tapizar es distinto. Tejidos y pieles que se comportan de forma diferente y que no siempre llegan a tiempo, diseños que no tienen nada que ver unos con otros, modelos particularmente complicados con respaldos de capitoné en los que gastan el triple del tiempo establecido para cada sofá… Definitivamente, no pueden coger el ritmo, y el encargado les aprieta porque no cumplen con los tiempos.

¿Por qué no ofrecemos un mejor servicio especializando nuestra oferta? Si ofreciéramos un catálogo, pongamos, de 30 modelos de sofás, podríamos dar solución a muchos de estos problemas. Para empezar, reduciríamos la cantidad de materiales a pedir de distintos proveedores, y los problemas que esto conlleva. Nuestros tapiceros recibirían más series de modelos iguales para tapizar. Seguirían un ritmo de trabajo más eficiente y les resultaría más sencillo cumplir con los tiempos y aumentar la productividad ya que su trabajo sería más uniforme. Además, esto repercutiría en mayor calidad de los acabados de los sofás, es decir, en un valor añadido para el cliente.

Como vemos, la especialización es clave para poder ofrecer alguna diferencia en nuestro producto. Si intentamos tener «de todo», no tendremos nada bueno que ofrecer.  


 

Para implementar una estrategia de mejora, lo primero que tenemos que preguntarnos es: ¿realmente buscamos aumentar la productividad? Entendida en el entorno empresarial, la efectividad es la obtención de una buena relación entre los recursos que invertimos y los beneficios que generamos u obtenemos. Lo que buscamos, por tanto, no sólo es ser productivos o más productivos, sino ser eficientes. Los consejos anteriores nos ayudarán a conseguirlo.

En definitiva, podemos decir que para implementar mejoras debemos de intentar mirar a nuestro negocio desde fuera y tomar perspectiva